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ROMA – Un fenómeno creciente que afecta a todos los grupos de edad, pero especialmente a las generaciones jóvenes. Hablemos de ecoansiedad, que a menudo se manifiesta como una obsesión por las condiciones climáticas, miedo a eventos destructivos e incontrolables y una sensación de apatía. Incluso en Italia, el cambio climático está pasando factura, un alto precio no sólo por los daños causados por la devastación sino también por las numerosas muertes. Los psicólogos de gran parte del mundo ya se están ocupando de ello y llevan algún tiempo informando de casos crecientes. Los jóvenes parecen ser los más afectados, muchas veces son los más conscientes y actualizados sobre lo que está pasando en nuestro planeta. Muchas veces dan lugar a formas de fuertes protestas, pienso en cortes de tráfico en la ciudad o actos de vandalismo en el interior de museos y edificios históricos.Lo hacen para dar la alarma, para crear conciencia generalizada.Está claro que alguien, como siempre ocurre, también está intentando ganar dinero recurriendo a la habitual pastilla que no causa problemas.Pero el problema, como hemos dicho, ya no concierne a los individuos sino a una masa de individuos. Por lo tanto, debemos oponernos a quienes intentan hacer de este malestar una mera patología que, por el contrario, indica una fuerte necesidad de política y de respuestas concretas por parte de nuestros líderes.
Incluso si la ecoansiedad causa sufrimiento y dolor psicológico, que no deben subestimarse, no se debe ignorar la cuestión política que la origina. La prestigiosa revista Lancet también se ha interesado por este problema, informando que la mitad de los jóvenes entre 16 y 25 años sufren la crisis climática y, por lo tanto, no podemos tratarla como una especie de neurosis personal. Es necesario analizar y reflexionar sobre este creciente malestar colectivo, cuya solución, como hemos dicho, no puede ser el diván del psicólogo ni la pastilla.Porque estamos ante una reacción muy racional, como afirman numerosos analistas y psicólogos, dada la gravedad de la crisis.Debido a esto La angustia mental nunca debe desviar la atención de la respuesta social necesaria para abordar el cambio climático en curso..Centrándose en las causas políticas, en las decisiones que en las últimas décadas se han centrado en la explotación y el saqueo de los recursos, en el crecimiento desenfrenado y desregulado que los cada vez más ricos están haciendo pagar a los cada vez más pobres. Es nuestro modelo productivo, económico y social el que debe ser cuestionado encontrar diferentes formas de desarrollo más sostenible, más equitativo y solidario.Los más diversos datos e investigaciones nos lo dicen, una vez más señalan que el progreso de una mínima parte se ha logrado gracias a la explotación de gran parte del mundo.A partir de aquí debemos pasar a la acción porque no es del todo cierto que los jóvenes sean pasivos o paralizados por el miedo a peligros contra los que no se puede hacer nada.De lo contrario, es un problema político que requiere decisiones radicales e innovadoras. Quizás esto sea precisamente lo que les preocupa a ustedes, señores, y que intentan por todos los medios evitar: el miedo a que la ecoansiedad se transforme en ecoira, entonces sí habrá dolor.