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Ioane Teitiota es un hombre originario de la isla de Tarawa, en la República de Kiribati, un punto en el mapa en el centro del Pacífico que representa una pequeña constelación de atolones e islotes de coral.Un paraíso de playas blancas y mar cristalino cuyas islas son las primeras del planeta, cada día, en ver amanecer, las primeras en celebrar cada nuevo año, pero que pronto podrían desaparecer porque el mar se las está tragando.
Por ello, en 2015 Teitiota él decidió irse.La erosión costera estaba haciendo que su casa fuera inhabitable:las tierras se estaban salinizando, cultivar o criar animales era imposible porque cada vez había menos agua dulce.Con el agua también disminuyó la tierra sobre la que estar, para tener una casa, para vivir:el mar se lo estaba comiendo todo, haciendo que creciera el descontento y, con él, un clima de violencia por la escasez de tierra.
Teitiota viaja a Nueva Zelanda donde solicita protección internacional:Su vida y la de su familia están en riesgo por las consecuencias del cambio climático, pide ser acogido y protegido.Su solicitud fue rechazada cinco años después, a principios de 2020, cuando el Comité de Derechos Humanos de la ONU afirma que las razones son válidas pero que la República de Kiribati ya está implementando intervenciones para garantizarle a él, a su familia y a sus conciudadanos una reubicación correcta.Pero si la historia de Teitiota terminó en rechazo porque su país ya está interviniendo para protegerlo, otros casos y más recientes nos cuentan historias diferentes.
Milon es un ciudadano bangladesí nacido y criado en Dhaka, su vida pronto dio un vuelco por los impactos del cambio climático.Tenía poco más de veinte años cuando las inundaciones pusieron a su familia de rodillas, obligándolas a endeudarse y vender la tierra de la que se ganan la vida.Pero no es suficiente.Luego, Milon intenta irse y contrae más deudas.Primero busca trabajo en Libia y luego llega a Italia, donde solicita asilo.
Como por defecto, su solicitud fue inicialmente rechazada, pero luego, inesperadamente, el Tribunal de L'Aquila aceptó el recurso de Milon y reconoció la protección humanitaria por razones medioambientales.En el texto del recurso, editado por la abogada Chiara Maiorano, los cambios climáticos se citan como la razón de los desequilibrios socioeconómicos, afirmando un principio que todavía es anómalo para nuestra jurisprudencia:El cambio climático viola los derechos humanos, por lo que es necesario proteger a los afectados.
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Rainer Maria Baratti se ocupa del cambio climático y la migración.Especializado en el aspecto jurídico, colaboró en la fundación de Grandes Movimientos APS, de la que es vicepresidente.Grandes Movimientos es una organización que centra su acción en la difusión del derecho humanitario e internacional.Al comentar las historias de Milon y Tetiota, explica una maleta azul:“Aunque actualmente no existe un reconocimiento real de la figura del “refugiado climático”, lo dicho sobre los casos Milon y Tetiota es de absoluta relevancia.El primero representa un primer paso importante y valiente en nuestro sistema jurídico, mientras que el segundo ha abierto un camino hacia el reconocimiento de la protección de quienes huyen de la degradación ambiental.Es importante resaltar que nuestro Tribunal de Casación, con ordenanza nro.5022 de 12 de noviembre de 2020, se refirió a la opinión del Comité de la ONU sobre el caso Tetiota".El Tribunal de Casación, explica además Baratti, reiteró que los Estados tienen la obligación de garantizar el derecho a la vida, incluso si las condiciones externas son de degradación ambiental:“los factores ambientales influyen en la vulnerabilidad del individuo y, por tanto, la degradación del medio ambiente corresponde al perjuicio de múltiples derechos fundamentales que constituyen el derecho a la vida.En consecuencia, es obligación del Estado proteger a tales personas y no rechazarlas a países donde estos derechos no pueden garantizarse, ya que el derecho a la vida incluye también el derecho a una 'existencia digna'."
La historia de Ioane, la de Milon, son acontecimientos individuales de un fenómeno mucho más amplio que está alterando, y progresivamente alterará cada vez más, el equilibrio del planeta.Ante el cambio climático y sus consecuencias, las fronteras, las regulaciones y las barreras están desapareciendo.Millones de personas marchan porque no pueden vivir físicamente en los lugares donde nacieron.Son lugares donde el nivel del mar sube, los fenómenos climáticos extremos provocan devastaciones constantes, el calor asfixia la tierra, que ya no da frutos.
María Marano, experta en cooperación internacional para el desarrollo y una de las editoras del dossier, lo sabe.Crisis ambientales y migraciones forzadas”, citado de la sentencia del Tribunal de L'Aquila sobre el asunto Milon, que explica una maleta azul:“La crisis climática ya ha cambiado la morfología de nuestro planeta.Segundo un estudio de 2016, Cinco pequeñas islas del archipiélago de las Islas Salomón, en el Pacífico Sur, han sido eliminadas del atlas geográfico debido al aumento del nivel del mar como consecuencia del calentamiento global.Se trata de atolones deshabitados, lo que no reduce la gravedad del problema.De hecho, también están en riesgo islas habitadas como Nuatambu, que alberga a unas 25 familias y ha perdido la mitad de su superficie habitable desde 2011, y Kale, donde los pocos habitantes que quedan viven en palafitos.En esta zona del mundo desde 1994, el nivel del mar ha aumentado entre 7 y 10 milímetros por año, uno de los aumentos más altos registrados a escala global".
Marano subraya cómo en determinadas zonas del planeta el cambio climático empeora la habitabilidad de contextos ya afectados por la guerra:“Desde 1950, Afganistán ha experimentado un aumento de temperatura promedio anual de 1,8°C, con períodos cada vez más frecuentes de sequía severa.Al mismo tiempo, décadas de conflicto han llevado a la destrucción de las pocas infraestructuras de agua, energía y transporte construidas a finales de los años setenta.Un daño enorme a la agricultura, que es la principal fuente de ingresos para más del 60% de los afganos.El Informe de seguridad climática Destacó que Afganistán está afectado por una dramática crisis alimentaria y humanitaria, más de 3,5 millones de personas viven en condiciones de inseguridad alimentaria.Estos son factores que empujan a la población a migrar.Según elúltimo informe del IDMC Para 2021, 1,4 millones de afganos habrán sido desplazados por fenómenos climáticos.Otro riesgo, según el PNUMA, es que los agricultores abandonen cultivos como el trigo, que requieren mucha agua, en favor de la adormidera, que es más resistente a la sequía".
A menudo las migraciones climáticas son movimientos internos, se refieren a personas que se desplazan de una parte de sus países a otra porque son progresivamente ahuyentadas por un clima cada vez más agresivo.Generalmente son los más pobres, tanto en el plano macro (países en desarrollo que difícilmente pueden soportar las consecuencias de los disturbios) como en el plano micro, porque los estudios muestran que son los sectores más desfavorecidos de la población los que pagan el peor precio.En cualquier caso, nunca se trata de quién provocó esos fenómenos.
Que el cambio climático es consecuencia directa de este sistema económico es un hecho ahora cristalizado en la conciencia colectiva de millones de personas, científicos, economistas y analistas.El crecimiento desenfrenado que ha traído tanta prosperidad a una parte del mundo primero ha matado de hambre y defraudado a otra, y ahora está teniendo sus consecuencias en ésta.Así que le explica a maleta azul Salvatore Altiero, periodista medioambiental y redactor junto con Maria Marano del citado informe:“Desde 1970 hasta hoy, la extracción de recursos naturales se ha más que triplicado mientras que las emisiones anuales de gases de efecto invernadero han crecido un 60% entre 1990 y 2015 y un 1,5% anual en la última década.Por lo tanto, el extractivismo es la principal fuerza impulsora del PIB global y al mismo tiempo empuja a la humanidad hacia el abismo de la catástrofe climática.Los beneficios y responsabilidades no son los mismos para todos.Los estados del G20 representan dos tercios del comercio mundial y el 80% del PIB pero, al mismo tiempo, el 78% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero”.
“Los países de renta alta – explica Altiero – representan 16% de la población mundial y consumen en promedio el equivalente a 27 toneladas per cápita de materias primas al año, un 60% más que los países de ingresos medianos bajos y más de trece veces el nivel del grupo de países de ingresos bajos.Según el informe Enfrentando la desigualdad del carbono de Oxfam, el 10% más rico de la población mundial, 630 millones de personas, fue responsable del 52% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, casi un tercio (31%) del presupuesto de carbono, el límite máximo que no debe superar si quiere superar en más de 2°C la temperatura media de la era preindustrial.Durante el mismo período, 3.100 millones de personas, la mitad más pobre del planeta, fueron responsables de sólo el 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, equivalente al 4% del presupuesto de carbono”.
A pesar de la evidencia de las cifras, la migración climática sigue siendo un tema en el que es fácil involucrarse en el populismo.Corría el año 2018 cuando, en respuesta a la resolución del Parlamento Europeo sobre migración climática, el Periódico se tituló “Extrañamos al migrante climático.También acogeremos a quienes huyen del calor";unas semanas más tarde se hizo eco de él un piar por Matteo Salvini:“Renzi y Di Maio en Europa votaron a favor de una resolución que introduce la figura del "migrante climático", eso es todo lo que faltaba."
Sin embargo, los datos desmantelan cualquier retórica de exclusión:Hay millones de personas que se ven obligadas a desplazarse y cada vez serán más.En septiembre de 2016, el Banco Mundial publicó un estudio según el cual 216 millones de personas circularán por la carretera en 2050;una nueva investigación, publicado en Revista de Migración Internacional, presenta un escenario aún más complejo.El equipo que trabajó en el informe partió de 16 modelos climáticos diferentes y desarrolló varios escenarios de sequía de aquí a finales de siglo.En particular, el estudio plantea dos escenarios posibles, uno "positivo", en el que se respeten los compromisos asumidos a nivel global con los Acuerdos de París sobre el clima, y otro negativo en el que, por el contrario, sigamos en la dirección que llevamos actualmente. La mayoría de los países del mundo han adoptado medidas en términos de consumo de energía y emisiones de gases de efecto invernadero.
En el escenario positivo habría un aumento del fenómeno del 200%, en el negativo llegaría hasta el 500%.Los países afectados por los movimientos serán Nigeria, Egipto, China, Turquía, Argelia, México, Marruecos y Venezuela, pero será imposible dejar algunos de ellos:son los Estados de los llamados "migrantes inmóviles", aquellos que querrían escapar pero no pueden, entre los cuales, en el puesto 19, entre Angola y Sudáfrica, se encuentra también Italia.
Según la edición 2022 del informe global elaborado porCentro de Monitoreo de Desplazamientos Internos, en 2021 habrá 59,1 millones de personas viviendo en desplazamiento interno.Se trata de otro récord histórico: sólo el año anterior fueron 55 millones.En 2021 se reportaron 38 millones de movimientos internos, la cifra más alta de la última década tras los registros de 2020.La mayoría de los desplazamientos se deben a desastres:en 2021 el número de migraciones vinculadas a estas causas fue de 237 millones, en el 94% de los casos implicó riesgos por eventos climáticos extremos.
Y las previsiones para los próximos años sólo pueden empeorar, dado que entretanto la guerra en Ucrania ha intervenido y está exacerbando las crisis energética y alimentaria ya existentes.
Hablando del marco de flujo, Baratti explica:“Mirando a África podemos observar que más del 80% de las migraciones tienen lugar dentro del área de la Ecowas [acrónimo en inglés de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental - nota del editor] y los primeros destinos son las economías más avanzadas del continente.El contexto africano, por ejemplo, plantea muchas preguntas para el futuro próximo.Actualmente las grandes rutas migratorias se desarrollan a través de países inmersos en una compleja mezcla de problemas desde el punto de vista ambiental, social y político.En otras palabras, cada vez hay menos lugares que permitan llevar una existencia digna."
El jurista subrayó cómo los impactos del cambio climático en contextos de especial fragilidad social crean "múltiples injusticias y riesgos que aumentan exponencialmente en función del sexo, la edad o la pertenencia a un grupo social o étnico específico".Además del compromiso internacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, es necesario proteger a quienes llegan a nuestro país y actuar en los países de origen y tránsito de las migraciones para que la migración se convierta en una elección libre y no en la única opción”.
Imagen previa vía Lo Spiegone