https://afsc.org/news/rubber-bullets-and-tear-gas-excessive-force-california-prisons-and-jails
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En la cárcel de Santa Rita de California, un hombre con una enfermedad mental estuvo confinado durante meses en una celda estrecha que medía sólo 7 por 7 pies.Aquí se enfrentó de primera mano a la dura realidad de la policía militarizada.El personal de la prisión desplegó un arma conocida como “Stingball” en esa pequeña celda.Cuando el Stingball explotó, liberó docenas de balas de goma que rebotaron en las paredes a velocidades explosivas.El ataque dejó al hombre con moretones de cuatro a seis pulgadas de ancho en el cuello, el pecho y las piernas.
No muy lejos, en el condado de Contra Costa, los agentes de la cárcel de Martínez utilizaron armas similares contra personas encarceladas cuatro veces solo en 2022.En un caso, el objetivo era simplemente lograr que una persona tomara medicamentos.
Estos brutales ejemplos se encuentran entre miles que ilustran el uso generalizado de la fuerza en las prisiones y cárceles de California.El Programa de Justicia Curativa de California de AFSC ha documentado el problema en nuestro informe reciente, “22,000 usos de la fuerza:Violencia oculta de armas militarizadas en las prisiones y cárceles de California”.
Nuestro informe encontró que en solo tres años, desde 2021 hasta 2023, el personal penitenciario de California utilizó:
BALAS DE GOMA 3.145 veces
GAS LACRIMÓGENO 113 veces
BASTONES 1.226 veces
SPRAY DE PIMIENTA 11.751 veces, con un promedio de más de 10 usos diarios
Estas cifras representan un nivel extraordinario de fuerza que se despliega de forma rutinaria en una población de sólo 95.000 personas.
El uso de la fuerza militarizada va más allá de las prisiones y cárceles.En todo EE.UU.En la historia, hemos visto a las fuerzas del orden utilizar este tipo de armas contra civiles en todo el país, desde campus universitarios hasta hogares donde se despliegan equipos SWAT.Normalmente, existen alternativas al uso de la violencia estatal.En la primavera de este año, algunos estudiantes que participaron en protestas universitarias por la crisis en Gaza se encontraron con diálogo y acuerdos, mientras que la mayoría se enfrentó a una fuerza policial excesiva.
Con demasiada frecuencia, el uso de armas militarizadas contra gente corriente no se denuncia e incluso se normaliza.Es detrás de los muros de la prisión donde este patrón es más alarmante y generalizado.Es una crisis de derechos humanos que durante mucho tiempo ha eludido el escrutinio público y exige atención inmediata.
DOCUMENTAR LA CRISIS
AFSC ha estado trabajando con comunidades de toda California para documentar y detener la militarización policial.Comenzamos a solicitar documentos del gobierno de California sobre el uso de armamento policial por primera vez en 2021.Nos sorprendió saber que la mayoría de los usos de la violencia policial, con diferencia, ocurrían dentro de prisiones y cárceles estatales.Lo que es aún más inquietante es que más de las tres cuartas partes de estos usos de la fuerza fueron contra personas con un diagnóstico de salud mental.
Detener esta forma de violencia estatal requiere una mayor transparencia y rendición de cuentas.En 2021, California dio un paso crucial en esa dirección al aprobar la AB481, después de años de promoción por parte de coaliciones que incluían a AFSC.Esta innovadora ley es la primera de su tipo en el país.Requiere que todas las agencias policiales del estado publiquen y soliciten la aprobación anual de los funcionarios electos locales de las políticas para equipos militarizados adquiridos de cualquier fuente.Eso incluye vehículos blindados, rifles de asalto, gases lacrimógenos, drones y robots.AB481 también exige informes anuales sobre el uso del equipo.
Desde la aprobación de la ley, AFSC ha trabajado con activistas en todo el estado (desde Chula Vista en la frontera entre Estados Unidos y México hasta suburbios como Los Altos y ciudades como Sacramento, Oakland y San Francisco) para analizar los arsenales y utilizar políticas. de equipo militarizado propiedad de agencias encargadas de hacer cumplir la ley, incluidos los sheriffs que dirigen las cárceles.Nuestros esfuerzos colectivos han ayudado a brindar una transparencia sin precedentes a la militarización policial en California.
Sin embargo, documentar esta información en prisiones y cárceles presenta desafíos especiales.Las personas encarceladas se enfrentan a graves restricciones a la hora de hablar de sus experiencias, debido a la naturaleza del encarcelamiento y al miedo a represalias.Aunque la agencia penitenciaria estatal de California publica datos sobre cientos de usos de la fuerza cada mes, ha negado repetidamente solicitudes de registros públicos para informes de incidentes sobre esos usos de la fuerza.Para las personas encarceladas, también existen barreras importantes para presentar demandas como las que han presentado los manifestantes y otras personas que han enfrentado la violencia policial en el mundo exterior.
SOLUCIONES Y ACCIONES A FUTURO
¿Qué se puede hacer ante esta situación?Para empezar, California debe repensar sus prioridades presupuestarias.Los gobiernos estatales y de condado deberían financiar atención preventiva y de crisis, así como acceso a viviendas de apoyo para personas con enfermedades mentales o trastornos por uso de sustancias, y reducir la financiación para armamento militarizado en prisiones estatales y cárceles de condado.
Necesitamos un cambio sistémico para reducir el número de personas encarceladas debido a una enfermedad mental o un trastorno por uso de sustancias.Debemos contrarrestar las narrativas de miedo y castigo que alimentan el encarcelamiento masivo.En cambio, necesitamos políticas centradas en reparar los daños y abordar las enfermedades, el racismo y la igualdad económica en nuestra sociedad.
Finalmente, California debe hacer todo lo posible para detener el uso de la fuerza en sus prisiones y cárceles.El auditor estatal debería realizar una auditoría sobre el alcance, las causas y las consecuencias del uso de la violencia contra las personas encarceladas.Los gobiernos estatales y de los condados deberían prohibir explícitamente el uso de Stingballs y otras armas militarizadas en cárceles y prisiones.También necesitamos la atención de periodistas, formuladores de políticas y agencias de supervisión.
El camino a seguir requiere acción colectiva.Sólo mediante un esfuerzo sostenido podremos poner fin al problema de la actuación policial militarizada en las prisiones, las cárceles y nuestras comunidades.Para obtener más información sobre nuestros esfuerzos, visite afsc.org/ab481.